Los ojos de los vertebrados son siempre variaciones de un mismo diseño básico que funciona de manera muy similar a una cámara fotográfica. La córnea y la lente enfocan la luz entrante sobre las células fotorreceptoras de la retina. Estas células convierten los fotones en señales eléctricas, que son enviadas al cerebro a través del nervio óptico. Y sin embargo son todos completamente distintos en forma y tamaño. Geniales adaptaciones al medio natural en el que vive cada especie.
El propio Darwin, en El origen de las especies, parecía confuso sobre este órgano. «Parece absurdo de todo punto suponer que el ojo, con todas sus inimitables disposiciones pudo haberse formado por selección natural» escribió . Sin embargo posteriormente solventaría el dilema con la siguiente frase: «la razón me dice que si puede demostrarse que existen numerosas gradaciones desde un ojo sencillo e imperfecto a un ojo complejo y perfecto, siendo útil cada grado al animal que lo posea, entonces la dificultad de creer que un ojo complejo y perfecto pudo formarse por selección natural, aunque insuperable para nuestra imaginación, no sería considerada como destructora de nuestra teoría».
En definitiva, un órgano único y fantástico diferente en cada animal.