El 80% del aprendizaje y el desarrollo de los bebés es a través de la vista. Por tanto, es imprescindible que los padres estén atentos a cualquier anomalía o problema en los ojos de sus hijos desde el nacimiento.
La vista es el sentido más importante que posee el ser humano, y el ojo es el órgano que lo hace posible. Desde el nacimiento, y a medida que vamos creciendo, la visión nos permite relacionarnos con el mundo que nos rodea, propiciando nuestro aprendizaje y nuestro desarrollo físico, psíquico y emocional. De ahí la importancia de dedicarle un cuidado especial y prestar atención a cualquier molestia o anomalía que pudiera surgir durante los primeros meses de vida.
Hay que estar atentos, pero sin obsesionarse, porque tanto en los primeros días en el hospital como en las revisiones rutinarias que el pediatra realiza al bebé, los profesionales médicos suelen valorar la vista y la salud ocular. Afortunadamente, además, la mayoría de los problemas oculares que aparecen en esta etapa, incluso los más graves, pueden solucionarse con éxito si se tratan a tiempo.
La conjuntivitis es la enfermedad de los ojos más frecuente en los bebés, pero también son comunes otros problemas oculares como los orzuelos, las infecciones, o la obstrucción del lagrimal. Por otra parte, están las anomalías de la visión como tal. El estrabismo y el ojo vago son los trastornos más preocupantes en la infancia porque pueden afectar al desarrollo del niño.
Los ojos del recién nacido no necesitan cuidados especiales si no presentan ningún problema. En cualquier caso, la medida más sencilla y práctica que puedes tomar es lavarte bien las manos antes de tocarle la cara, y especialmente los ojos.
Cuando la madre ha sufrido infecciones en el embarazo debe tener precaución con los ojos de su bebé. Por ejemplo, la toxoplasmosis se relaciona con la inflamación de la retina y otras partes del ojo en los recién nacidos.
Siempre será aconsejable llevar a los bebés periódicamente al oftalmólogo.